jueves, 4 de mayo de 2023

LA BECA COMO ORGULLO COLEGIAL Y TUNANTESCO

Luis Salvador Carmona, 1756. Museo de Bellas Artes de Salamanca.
Foto: Santiago Abella
 
Hay una escultura, hecha por Luis Salvador Carmona en 1756, que me ha robado la imaginación. Es una escena mística que involucra una leyenda colegial y a un santo que en el Perú es muy querido: Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo. Es posible que quienes no estén familiarizados con esta insignia en la mayoría de países hispanoamericanos no puedan entender el orgullo que busca describir esta pieza de mármol tan ricamente tallada. Aquellos que estamos en una tuna sí podremos maravillarnos casi de manera inmediata. Después de todo, es la tuna de Hispanoamérica el vehículo cultural que en este lado del mundo ha rescatado del olvido aquellas tradiciones universitarias que se descontinuaron tras las independencias. 

La beca era la insignia más importante del uniforme de los colegiales, aquellos estudiantes y seminaristas que vivían en los colegios universitarios. Estas instituciones eran satélites a las universidades y servían generalmente como internado, pudiendo ser particulares o financiadas por la Corona. Los colegiales eran la élite estudiantil cumplían un riguroso horario y, a una determinada hora, marchaban hacia la universidad para recibir sus clases, aunque algunos colegios tenían el privilegio de poder impartir en sus claustros algunos cursos. El modelo colegial hispano no nace en España, sino en Bolonia con el Colegio de San Clemente de Bolonia o "de los Españoles", fundado en 1364 por el cardenal don Gil de Albornoz. Por inspiración a este se fundaron los colegios de la Universidad de Salamanca, mencionamos especialmente el antiguo y poderoso Colegio Mayor de San Bartolomé, que sobrepasó en fama al de Bolonia y se convirtió, junto a Salamanca, en el referente para las fundaciones posteriores, tanto en España como en ultramar. 

Santo Toribio vistiendo un jubón negro, camisa con
cuello de lechuguilla, una loba parda y, sobre el 
pecho, su beca con unos guantes blancos en el
pliegue, tal como lo estilaban los colegiales. Con
la mano izquierda sostiene un bonete negro de
cuatro picos. Fuente: internet.  
El uniforme de los colegiales para actos públicos comprendía de un traje talar sin mangas (llamado loba, opa o manto) y una beca. Creemos que esta prenda es una evolución del chaperón del Ducado de Borgoña que se puso de moda en el medioevo. Originalmente era una rosca forrada con un faldón que caía por la nuca y con otro de sus extremos tan largo que se cruzaba por encima del pecho, como un becco o pico; esta forma era llamada "a la italiana". Con el paso de los años los colegiales usarán bonetes y la rosca la dejarán caer a un lado del cuerpo, transformándose en un accesorio de adorno. Las becas podían ser de terciopelo, seda o paño fino de lana. Su color era elegido por los fundadores del respectivo colegio o seminario. 

La escultura fue hecha en Mármol de Yelves y es un bajo relieve del retablo de la capilla del Colegio de Oviedo de la Universidad de Salamanca (Rupérez Almajano, 2002), lugar en donde Santo Toribio estudió. La escena es de ensueño, un rapto místico que exalta la decisión de Santo Toribio de no abandonar sus estudios para internarse en la orden cisterciense. Tal como lo podemos leer en la leyenda que nos relata Nicolás Antonio Guerrero Martínez Rubio, en El phenix de las becas, Santo Toribio Alphonso Mogrobejo (1728).          

Ya sabeis es tradicion en mi Colegio dudó Toribio el mantenerse en él, y aquel estado, apareciósele la gran Reyna del Cielo, acompañada de San Bernardo, y poniéndole mi celeste Beca sobre sus ombros, le dixo la gran Señora: En este estado agradas á mi Hijo.
Pliego de cordel (1860) British Library. 

Efectivamente, en la escultura se aprecia a un Toribio en éxtasis con su cabeza radiante, sobre una nube que lo suspende por encima del suelo a pesar de estar arrodillado. De las alturas la Virgen María y San Bernardo de Claraval agarran, cada uno, los extremos de la beca; este último sosteniéndola del faldón y mostrando la generosa rosca. Hay por lo menos tres ángeles (putti) que sirven en la escena, mientras Toribio se toca el pecho becado con el doblez derecho por encima del izquierdo. El Santo además viste la loba u opa sin mangas y lo que parece ser un manteo (capa larga) sin cuello. 

En la tuna, la imposición de la beca significa el paso de ser pardillo (o novato) a ser un tuno, es decir un miembro con plenos derechos y responsabilidades. A esta acción se le llama coloquialmente "bautizo", pero no es un sacramento religioso, mas bien es bastante profano. Antes del bautizo algunas tunas acostumbran a fuentear a sus novatos (o sea echarlos a una fuente local), que es un vejamen previo al reconocimiento fraternal de su veteranía en el grupo. Esta práctica está más difundida en España, aunque la Tuna de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid acostumbra a celebrar unas ceremonias llamadas Convinium (un juego de palabras del latín convivium). A esta ceremonia atienden algunas autoridades de la facultad además de los invitados de quién será ascendido. Durante el ritual se recita un juramento que deriva de "Diálogo entre dos tunantes", una obra bufa de fines del siglo XVIII. Si en el resto del mundo el padrino elegido por el pardillo es quien le pone la beca, en la Tuna de Derecho Complutense, quien tiene ese privilegio es la madrina elegida por el novato. Esta particularidad es interesante, pues acá se hace un paréntesis sobre la tradición académica para entrar en un simbolismo de caballería. Supongo que el o los que diseñaron el ceremonial tuvieron en cuenta que en "Diálogo entre dos tunantes" se hace una fuerte referencia al acto de armarse caballero, para el caso sería "armarse a la tunantesca", imponiéndosele los atuendos y herramientas necesarios para su oficio, o en palabras de Emilio de la Cruz, del Mester de Tunería. 

Don Quijote armado caballero de David Jerome, 1650 - 1652, Paris.
Fuente: Biblioteca Nacional de España 
En "Diálogo entre dos tunantes", cuando se habla del Quijote, hay una sobre posición de tradiciones que originalmente no tienen relación. Por un lado la académica, pues la obra trata "Sobre las preeminencias, grados y recibimientos que tienen dichos tunos" haciendo remedo de los grados universitarios y, por el otro, replica la caricatura que es la ceremonia del Quijote al ser armado caballero: en lugar de estar en un palacio o castillo, está en una venta; en lugar de jurar ante un rey o señor caballero, se arrodilla frente al dueño de la posada; y en lugar de ser ayudado por doncellas nobles, le asisten colocándole las espuelas dos prostitutas. La ceremonia del llamado "ingenio jesuita" es la trasfiguración simbólica del iniciado en la vida tunantesca al arrodillarse y recibir los hábitos de su nueva forma de vida, la tuna, en su sentido antiguo de picaresca vagante y delictiva.

En este punto es obligado aclarar que las damas que amadrinan a un tuno en el mencionado Convinium (o en cualquier otra ceremonia de una tuna) puedan ser comparadas a las mujeres de la venta del Quijote. A diferencia de la ficción de "Diálogo entre dos tunantes" en donde la narrativa es cómica, cruda e inmoral; el Convinium está romantizado y, aunque históricamente las partidas prohibían a las mujeres, incluso reinas, oficiar las ceremonias de armado de caballeros; en el caso de Inglaterra esto no es así hasta la fecha, por recordar un ejemplo próximo. Tal vez por eso el pintor Edmund Blair Leighton compuso el óleo sobre tela El espaldarazo (1901), con una idealizada princesa dando el golpe simbólico a un joven caballero. Por otro lado, si la propia Virgen le impuso la beca a Santo Toribio, no ha de ser menos honra recibir la beca de manos de una mujer digna o amada.  

Francis Drake armado caballero por la reina Isabel I en 1581. Autor: anónimo. (c. 1923). 
Las imágenes idealizadas de este episodio retratan a la reina dando el espaldarazo, pero en
realidad el embajador de España, Bernardino de Mendoza, reportó que ella le autorizó a
Monsieur de Marchaumont, un diplomático francés, a que realice la ceremonia por ella,
alcanzándole la espada. (Kendal. P, 2022)    
Debe añadirse que parte del rito de armarse caballero es la vigía de las armas, que de cierta forma algunas tunas repiten con sus pardillos cuando el día de la ceremonia se les ordenan distintas novatadas para probar su paciencia y carácter previos al bautizo. Otra parte de la tradición del ceremonial caballeresco son los lavados rituales para la limpieza del cuerpo y del alma, que en la tuna se repiten de alguna manera con el previo fuenteo de novatos que ya referimos. Por el lado académico, recordemos que en su ceremonia al doctorando de las antiguas universidades hispanas se le daba el anillo para desposar a la ciencia, el libro abierto y cerrado para sentenciar, el sombrero con la borla que corona el florecimiento de su intelecto, y una espada y espuelas que son vestigio del ceremonial de caballería y la militancia simbólica en la defensa de las ciencias.   

¿Entonces todo esto es una broma que no toma en serio la emoción del bautizo de tunos? No lo creemos así. Ese no es el espíritu. Las comedias y sainetes involucran el serio compromiso de sus actores. Sea ante una fuente o en un ritual dentro de la universidad o donde sea que cada tuna elija hacer su ceremonia, es en la solemnidad de la ocasión que se descubre la belleza del arte de la tuna y su fin principal: la conservación y repetición de sus tradiciones. En ese momento, un joven novato recibe sobre sus hombros la beca de su tuna de la mano de alguien especial y es armado con las ciencias desusadas que el ingenio es capaz de urdir y la experiencia consolidar. Es una exaltación símil a la de Santo Toribio que sucede seguido en la tunantesca y que en el mundo real no significa nada, salvo en un lugar de nuestro corazón. 

Menotti Cancellarius      

Título: Tradición nocturna. Técnica: óleo sobre lienzo, medidas: 120 cm x 160 cm. Autor: Tuno Corcho (Tuna de la Universidad Nacional del Altiplano - Puno).




 

    
   

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