jueves, 1 de mayo de 2014

¿AZUL O CELESTE? LAS HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES SEGÚN LOS ANTIGUOS COLORES ACADÉMICOS DEL PERÚ

Por Juan Carlos Talavera Velezmoro

Aunque muchas cosas en la película 300 son ficción, la clámide 
de los espartanos sí era roja. Según los antiguos porque era color 
viril, de guerreros de la sangre. No se puede asegurar que la de 
los atenienses haya sido azul, pero los productores acertaron al 
desarrollar el lengüaje semiótico de la película. Hay que adver-
tir que según Vegecio en "De re Militari" los soldados de la 
fuerza naval del Imperio Romano vestían de color "veneciano",
es decir de un verde turquesa. También teñían de este color las 
cuerdas velas a modo de camuflaje. Se buscaba entonces la
emulación del color del mar y del cielo. El azul era considerado 
ser un color de marinos y filósofos durante el renacimiento y 
ambas cosas caracterizaban a los atenienses: eran una potencia 
naval por encima de Esparta y sus filósofos eran grandes 
sabios del conocimiento humano.
De implementarse un protocolo académico fundamentado en las tradiciones centenarias que tuvieron algunas de las universidades del Perú, el color que le correspondería a las humanidades y ciencias sociales tendría que ser el azul. Esto resultaría lógico si se toma en cuenta que las estructuras protocolares de las universidades de España tienen una identidad que fue oficializada jurídicamente a mediados del siglo XIX, cuando el Perú ya era una república independiente y se desligó de muchas costumbres preciadas de arcaicas por los liberales de la época. La pregunta que seguro algunos se harán es ¿por qué poner en valor los colores de las facultades virreinales? La respuesta sería simple: Las universidades están obligadas a la investigación y al impulso cultural como social. Rescatar sus centenarias tradiciones nos ayudaría a dar mayor profundidad a la identidad universitaria nacional que emerge con fuerza en el siglo XXI de la mano de un Perú que se perfila cultural y económicamente como uno de los países líderes de la región. 

Sobre el posible origen de un profundo simbolismo humanista

Desde el siglo XVI y prácticamente hasta el XIX, la Universidad de San Marcos tuvo cinco facultades que fueron representadas cada una por un color. El rojo era de leyes, el blanco de teología, el verde de cánones, el amarillo de medicina y el azul de artes. Los doctores vestían con insignias de esos colores, según su facultad, durante las ceremonias protocolares de la universidad. Se le llamó “artes” a las facultades de las universidades de origen medieval, y por extensión a las de fundación posterior. Ahí se enseñaba distintas cátedras de filosofía y de «artes liberales» que eran siete: la retórica, la gramática y la dialéctica eran el trivium o tres caminos. La aritmética, la geometría, la astronomía y música eran el quadrivium o los cuatro caminos. "De la filosofía emanan siete fuentes de sabiduría que son llamadas artes liberales" Herrad Von Landsberg.

Lápida sobre el Aula Montero de las Escuelas Mayores de
la Universidad de Salamanca. Señala el General donde se 
enseñaba artes y, en este caso, lo escrito está dedicado a la 
cátedra de elocuencia. 
La simbología de colores académicos podría haber tenido origen en las lápidas que están sobre los Generales de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca, de autoría del rector Fernán Pérez de Oliva en 1529. Es posible que el azul surgiera como símbolo, en las universidades de herencia hispana, por la gran admiración que la filosofía griega causó durante el renacimiento. La investigadora Águeda Rodríguez Cruz explica que todo estudiante de la facultad de artes era sólidamente formado en el "corpus aristotelicum", entre ellos la obra "De caelo", un importante tratado astrológico. El jurista Andrea Alciato escribiría en su Emblema 118 "In colores" (ed. 1546): "El azul de mar es el color de marineros y de aquellos profetas quienes aturdidos por demasiada religión, escudriñan las cosas del cielo". Con la influencia de Alciato, el rector sanmarquino Diego de León Pinelo escribiría: "La Filosofía reclama el color cerúleo, como que viene del cielo. Este color es muy apropiado para los marinos y también para los filósofos, que como los marinos escudriñan los movimientos del cielo".

Ambos autores se refieren a marinos y a filósofos porque la astronomía era parte del quadrivium, y por lo tanto de la educación base en las facultades de artes. La antigua lápida color azul del aula “Dorado Montero” de la U. de Salamanca dice sobre la filosofía: "ELOCUENCIA. Que ayuda a que las reflexiones filosóficas profundas y elevadas, puedan, con el auxilio de la facundia, expresarse más bella y elegantemente y las musas más severas se templen con el culto de las más amenas". 

Aunque el sanmarquino León Pinelo, al hablar de los colores académicos, menciona al color de "Artes" como "cerúleo", no hay confusión sobre si se refiere al celeste o al azul. La evidencia está dispersa, pero el azul claramente se asoma en cuadros antiguos como parte de la decoración del edificio universitario -en obvia alegoría a las ciencias- y sobre las insignias doctorales. Para cerrar el debate, las primeras Constituciones de la Universidad hechas en 1571 y rescatadas por el investigador L.A. Eguiguren especifican: "El que se graduare de Maestro en artes á de parecer destocado con su capirote vestido y el Bedel allí par del empie en medio del theatro y terna el Bedel el bonete con la borla azul (...)".    

Diferentes aproximaciones en países de tradiciones académicas hermanas

La doctora María Helena da Rocha Pereira
y dos doctores de la Facultad de Letras de
la Universidad de Coímbra.
En 1850, durante el reinado de Isabel II, se regulariza la vestimenta académica en España a través de dos Reales Decretos. Además se establece formalmente el color de las facultades. Así, aunque el primer Real Decreto del 6 de marzo mantiene el color azul para letras, en el Real Decreto del 2 de octubre hay modificaciones y se ordena para la facultad de filosofía el azul celeste.
Pero estas regularizaciones solo podían constituirse en el territorio español. Para aquella época la mayoría de universidades virreinales de América buscaban la propia identidad en las nuevas repúblicas donde se asentaban, descontinuando sus tradiciones. 

En el caso de la Universidad de Coímbra en Portugal, el azul oscuro siguió siendo utilizado para la facultad de letras y el celeste para ciencias, algo actualmente vigente en su estatuto de 2008.

En México, el Consejo Universitario de la UNAM aprobaría en 1949 el reglamento de toga universitaria, estableciendo que el azul sería el color para la facultad de filosofía y letras. El azul pálido sería para ciencias, ingeniería y ciencias químicas.

Hacia 1950, a un año de las celebraciones por el cuadragésimo aniversario de la Universidad de San Marcos, el historiador Daniel Valcárcel propondría restituir los colores virreinales de las facultades antiguas y adaptar el resto a unos nuevos. Según Valcárcel el azul debía restituirse a la Facultad de Letras y el azul claro, llamado también celeste, asignarse para la de Ciencias. Su propuesta finalmente no caló en las autoridades, tal vez porque hubiera sido interpretada como una afirmación hispanófila contrastante a la corriente indigenista de aquella época.  

El escritor peruano Mario Vargas Llosa con las 
insignias de Doctor Honoris Causa de la UNAM.
Los profesores e investigadores eméritos usan el 
color de la facultad, en la borla como en la última
línea de la  esclavina, con franjas azules y doradas
en el resto del traje.
¿Color de solo una especialidad o de toda un área de conocimiento?

El incremento de carreras universitarias, como resultado de la fusión de especialidades científicas, no va a cesar. Eso naturalmente dificulta la asignación de colores nuevos a cada una sencillamente porque estos no son infinitos. Los responsables de protocolo de España concluyeron eso y ya se han planteado el problema semiótico: dos especialidades, muchas veces de naturaleza diferente, no pueden compartir un solo color que se ve diferenciado solo por el grado de tonalidad porque se destruye el símbolo.

En el III Encuentro de Responsables de Protocolo y Relaciones Institucionales de las Universidades Españolas se propuso una solución: Los colores académicos deben hacer referencia a grandes campos del saber y no atomizarse en las titulaciones. Esa propuesta resultó complicada de implementar en España por lo arraigado de las costumbres e individualidades que hay entre las universidades, pero que a contraparte en Perú resultaría ser un buen cheque en blanco.

La tuna como impulsora de las costumbres académicas

Desde hace años las tunas peruanas han ayudado a crear conciencia sobre las antiguas tradiciones universitarias. Casi como haciendo música de oído, los colores académicos revivieron con las becas y banderas de las tunas de diferentes facultades aunque, con la salvedad de los clásicos para derecho y medicina, los demás colores se asumieron por mera especulación o por imitación a lo que algunas tunas españolas acostumbraban. Si la tuna basa parte de sus estampas costumbristas en el “pícaro estudiante antiguo”, se generará naturalmente una necesidad de conocimiento en la juventud cultora sobre su propio pasado, justificando su identidad presente como “tunos peruanos” y negando cualquier percepción como “peruanos que imitan a la tuna española”. El aspecto positivo es evidente pues hay mayor conciencia sobre una herencia hispana por décadas reducida a su mínima expresión en mucha de la historiografía nacional.   

Para Jerónimo Hernández, Jefe de Protocolo de la Universidad de Salamanca, este dato sobre el fenómeno de las tunas peruanas le parece interesante por curioso, aunque al planteársele la pregunta que origina el título de este artículo respondió categóricamente: el color al que debe uno resumirse tiene que ser el primigenio en el Perú, sin necesariamente seguir todo lo hecho en España durante las reformas isabelinas. Rescatando la opinión de Daniel Valcárcel, es obvio que mantener los colores del siglo XIX peruano tampoco sería apropiado pues surgieron como una asignación antojada, obviando el cuidado simbolismo humanista que caracterizó a los clásicos por más de 300 años.

Algunas tunas de la Universidad San Martín 
de Porres (de arriba hacia abajo): Derecho, 
Medicina y Contabilidad cada una con su 
color distintivo. 
¿Qué hacer entonces?: La propuesta de las tunas en la Universidad San Martín de Porres

Para el Perú lo pertinente sería asignar colores por campos académicos, respetando los colores virreinales. El color que correspondería entonces tanto a humanidades como a las ciencias sociales en el Perú sería el azul, por ser el color original de la antigua facultad de artes. No obstante, el derecho puede ser clasificado como parte de las ciencias sociales o de las humanidades, según opinión debatible, pero mantendría su característico color rojo en razón a la coherencia histórica. Es necesario apuntar que en el siglo XIX el verde se asignó a la facultad de jurisprudencia y el rojo a la de ciencias políticas, que luego derivó en la de economía, orden que se mantuvo hasta el siglo XX en San Marcos. Como se propone restituir los colores primigenios, sería razonable que las ciencias económicas asuman el naranja pues estos estudios derivan, tanto en España como en Perú, de las facultades de derecho.

Dentro de la USMP ya existen las tunas de derecho, contabilidad, administración y medicina, cada una con el color característico a su especialidad, exceptuando a la universitaria que ostenta colores propios. Estos colores académicos han sido implantados por costumbre y son reconocidos como un elemento que es parte de la identidad de estos grupos por las autoridades, aunque las facultades no los hayan asumido por falta de una propuesta formal y sustentada, haciendo el reconocimiento uno limitado y extraoficial. Es por eso que la Tuna de Comunicaciones, Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres ha tomado la iniciativa de seguir creando conciencia en la comunidad académica sobre estas tradiciones y asumir como propio el color de las humanidades en sus insignias y banderas: el azul. 


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