miércoles, 10 de julio de 2013

El corte cachimbo ¿repelón o rapado?

Rapada "Estilo FIC" de la Universidad Nacional Federico Villareal
Quién no ha de recordar cuando no hace muchos años los amigos, familiares y en algunos casos los estudiantes de años superiores le rapan el cabello al cachimbo, aquél chiquillo que recién había ingresado a la universidad. Las novatadas bien llevadas, esas que tienen por objeto la diversión, la risa y el buen humor como fin ulterior generan vivencias imperecederas en la mente de todo universitario. Es un fenómeno universal que le jueguen bromas a los nuevos, sea en la policía, en un comando de bomberos, en un medio de comunicación o en un equipo deportivo. Es una manera ritual de aceptación que conforma la identidad de los grupos humanos.

Las novatadas universitarias tienen muy antiguos antecedentes. ¿Podría ser que la costumbre de rapar “cachimbos” date de la época virreinal? Si partimos de que nuestras universidades son herederas de lo que era costumbre en las europeas entonces no habría de extrañarnos su antigüedad.


El Pablos de Quevedo fue "nevado" a su llegada
por los estudiantes más antiguos en la Universidad de Alcalá
En las universidades del antiguo régimen español a los nuevos se les pedía la “patente” que era un pago hecho a los más antiguos, quienes finalmente los “apadrinaban” congraciando su aceptación como uno más. Los que no pagaban eran vejados de diversas maneras. Se les cargaba para echarlos en las piletas, los “metían en rueda” quizá como nuestro criollo “apanado” para golpearlos incluso con libros, los sacaban “nevados” escupiéndoles gargajos hasta cubrir sus oscuras ropas, se les “manteaba” o lanzaba por los aires entre varios utilizando una amplia tela. Así el “repelón”, o rapado a los novatos era una burla bastante conocida. Covarrubias nos explica en su Tesoro de la Lengua que repelar es “sacar el pelo, y particularmente de la cabeza, castigo que se suele dar a los muchachos” aunque otro significado hace referencia a la acción de jalar el cabello hasta arrancarlo. 

El investigador Roberto Martínez del Río explica que desde el siglo XV hay testimonios de este tipo de escarnio entre universitarios. En la obra “Auto del repelón” dos pastores se cruzan en la plaza a un grupo de estudiantes quienes a fuerza los repelaron, finalizando la obra con un villancico que dice “el que llega a bachiller luego quiere más pujar, mas quien no quisiere entrar a estudio ni deprender (aprender), mira si lo habrá en placer después de bien repelado, destojar (convertirse) en licenciado”.

En la Tuna de Comunicaciones, Turismo y Psicología tenemos ocasión de disfrutar de diversas novatadas: la “serenata de los carebolsas” donde se convoca a los novatos a demostrar sus habilidades musicales y armar un show completo con sus cabezas cubiertas por bolsas de papel y cajas frente a amigos y veteranos de la Tuna. Hasta hace poco hubo un show donde se requirió que los nuevos se disfracen, debiendo de actuar como el personaje que representaban sin decir palabra alguna, haciendo que los veteranos adivinen su identidad. Aquellos que ganaban el reto podían eximirse de pasar por un “callejón oscuro” que debía de atravesarse caminando hacia atrás. Obviamente igual ganadores y perdedores pasaban por el callejón para no perderse de la experiencia que siempre termina en risas y juerga.

La novatada universitaria, en términos generales, puede llegar a ser algo entrañable; siempre y cuando no sea una experiencia desagradable o devenga en algún tipo de abuso. He de confesar que a mí jamás me raparon el cabello pero también diré que no sabía, cuando fui cachimbo, nada de lo que hoy he escrito. Es comprensible que algunos jóvenes no gusten de estos ritos pero deberíamos resaltar en nuestra sociedad el lado positivo de una costumbre para que no desaparezca. Después de todo, no debemos buscar la brutalidad de otros siglos pero rescatar lo bueno de la tradición antigua.   


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