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DECÁLOGO DEL PARDILLO
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Para este atolondrado
ser que siendo alguien no es nada, así como a todos los demás proyectos
mutantes de Pardillo, va esta arenga de la que es menester guardar escrupuloso
cumplimiento.
Dice así:
I
El Pardillo es el último mono.
Aquel ser de inocencia láctea que primerizamente ingrese a la Tuna no será considerado ni siquiera como Pardillo;
llegará a tal grado tras diversas andanzas y desventuras.
II
El Pardillo no opina.
Asume la opinión de los veteranos.
III
El Pardillo es un ser sonriente y
servicial para con la veteranía. El Pardillo da todo de sí para la Tuna y nunca
espera nada de ella.
Cuán lejos ha de estar un Pardillo de
albergar la protesta o el gesto agrio.
IV
Es menester la demostración por el Pardo de sus buenas artes musicales...
Hacia las que ha de tener primordial
interés.
V
Los ensayos son sagrados para el Pardillo.
Su desinterés e inasistencia encolerizará a la veteranía.
VI
El vino es indispensable en todo buen ensayo.
Cuántos puntos gana
un Pardillo cumplidor con el puntual abastecimiento de la bodega veteranal y
cuánto pierde aquél ser dejado de sí para tales menesteres.
VII
Es competencia de la Tuna conocer que el Pardo es buen bebedor.
Deberá tener prestancia en sus demostraciones, así como en los banquetes.
Las demostraciones del Pardillo en el arte de la conquista de féminas
deberán ser: convincentes, elegantes, corteses, varoniles y sobre todo de buen
gusto…
¡Nunca altaneros!
El Pardillo llamado a ser Tuno ha de albergar dentro de sí a un ser de
monstruosa alegría e ingenio mental:
Ser Pardillo implica ser asiduo en rondas y trasiegos peregrinos del Buen
Tunar. En otras palabras, estar dispuesto a todo lo honesto que nos rodea en
este mundo.
Las rondas son el pan de la Tuna.
El Pardillo debe honrar este precepto, siendo cumplido y holgado en la
organización de las mismas.
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