Por Juan Carlos
Talavera Velezmoro
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Aunque muchas cosas en la película 300 son ficción, la clámide
de los espartanos sí era roja. Según los antiguos porque era color
viril, de guerreros y de la sangre. No se puede asegurar que la de
los atenienses haya sido azul, pero los productores acertaron al
desarrollar el lengüaje semiótico de la película. Hay que adver-
tir que según Vegecio en "De re Militari" los soldados de la
fuerza naval del Imperio Romano vestían de color "veneciano",
es decir de un verde turquesa. También teñían de este color las
cuerdas y velas a modo de camuflaje. Se buscaba entonces la
emulación del color del mar y del cielo. El azul era considerado
ser un color de marinos y filósofos durante el renacimiento y
ambas cosas caracterizaban a los atenienses: eran una potencia
naval por encima de Esparta y sus filósofos eran grandes
sabios del conocimiento humano.
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De implementarse un
protocolo académico fundamentado en las tradiciones centenarias que tuvieron
algunas de las universidades del Perú, el color que le correspondería a las
humanidades y ciencias sociales tendría que ser el azul. Esto resultaría lógico
si se toma en cuenta que las estructuras protocolares de las universidades de España
tienen una identidad que fue oficializada jurídicamente a mediados del siglo
XIX, cuando el Perú ya era una república independiente y se desligó de muchas
costumbres preciadas de arcaicas por los liberales de la época. La pregunta que
seguro algunos se harán es ¿por qué poner en valor los colores de las
facultades virreinales? La respuesta sería simple: Las universidades están
obligadas a la investigación y al impulso cultural como social. Rescatar sus
centenarias tradiciones nos ayudaría a dar mayor profundidad a la identidad
universitaria nacional que emerge con fuerza en el siglo XXI de la mano de un
Perú que se perfila cultural y económicamente como uno de los países líderes de
la región.
Sobre
el posible origen de un profundo simbolismo humanista
Desde el siglo XVI y
prácticamente hasta el XIX, la Universidad de San Marcos tuvo cinco facultades
que fueron representadas cada una por un color. El rojo era de leyes, el blanco
de teología, el verde de cánones, el amarillo de medicina y el azul de artes. Los
doctores vestían con insignias de esos colores, según su facultad, durante las ceremonias
protocolares de la universidad. Se le llamó “artes” a
las facultades de las universidades de origen medieval, y por extensión a las
de fundación posterior. Ahí se enseñaba distintas cátedras de filosofía y de «artes
liberales» que eran siete: la retórica, la gramática y la dialéctica eran el trivium o tres caminos. La aritmética,
la geometría, la astronomía y música eran el quadrivium o los cuatro caminos. "De la filosofía emanan siete fuentes de sabiduría que son
llamadas artes liberales" Herrad Von Landsberg.
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Lápida sobre el Aula Montero de las Escuelas Mayores de
la Universidad de Salamanca. Señala el General donde se
enseñaba artes y, en este caso, lo escrito está dedicado a la
cátedra de elocuencia.
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La simbología de
colores académicos podría haber tenido origen en las lápidas que están sobre
los Generales de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca, de
autoría del rector Fernán Pérez de Oliva en 1529. Es posible que el azul
surgiera como símbolo, en las universidades de herencia hispana, por la gran
admiración que la filosofía griega causó durante el renacimiento. La
investigadora Águeda Rodríguez Cruz explica que todo estudiante de la facultad
de artes era sólidamente formado en el "corpus
aristotelicum", entre ellos la obra "De caelo", un importante tratado astrológico. El jurista
Andrea Alciato escribiría en su Emblema 118 "In
colores" (ed. 1546): "El
azul de mar es el color de marineros y de aquellos profetas quienes aturdidos
por demasiada religión, escudriñan las cosas del cielo". Con la
influencia de Alciato, el rector sanmarquino Diego de León Pinelo escribiría: "La Filosofía reclama el color cerúleo,
como que viene del cielo. Este color es muy apropiado para los marinos y
también para los filósofos, que como los marinos escudriñan los movimientos del
cielo".
Ambos
autores se refieren a marinos y a filósofos porque la astronomía era parte del quadrivium, y por lo tanto de la educación
base en las facultades de artes. La antigua lápida color azul del aula “Dorado
Montero” de la U. de Salamanca dice sobre la filosofía: "ELOCUENCIA.
Que ayuda a que las reflexiones filosóficas profundas y elevadas, puedan, con
el auxilio de la facundia, expresarse más bella y elegantemente y las musas más
severas se templen con el culto de las más amenas".
Aunque el sanmarquino León Pinelo, al hablar de los colores académicos, menciona al color de "Artes" como "cerúleo", no hay confusión sobre si se refiere al celeste o al azul. La evidencia está dispersa, pero el azul claramente se asoma en cuadros antiguos como parte de la decoración del edificio universitario -en obvia alegoría a las ciencias- y sobre las insignias doctorales. Para cerrar el debate, las primeras Constituciones de la Universidad hechas en 1571 y rescatadas por el investigador L.A. Eguiguren especifican: "El que se graduare de Maestro en artes á de parecer destocado con su capirote vestido y el Bedel allí par del empie en medio del theatro y terna el Bedel el bonete con la borla azul (...)".
Diferentes aproximaciones en países
de tradiciones académicas hermanas
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La doctora María Helena da Rocha Pereira
y dos doctores de la Facultad de Letras de
la Universidad de Coímbra.
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En
1850, durante el reinado de Isabel II, se regulariza la vestimenta académica en
España a través de dos Reales Decretos. Además se establece formalmente el
color de las facultades. Así, aunque el primer Real Decreto del 6 de marzo
mantiene el color azul para letras, en el Real Decreto del 2 de octubre hay
modificaciones y se ordena para la facultad de filosofía el azul celeste.
Pero
estas regularizaciones solo podían constituirse en el territorio español. Para
aquella época la mayoría de universidades virreinales de América buscaban la
propia identidad en las nuevas repúblicas donde se asentaban, descontinuando
sus tradiciones.
En
el caso de la Universidad de Coímbra en Portugal, el azul oscuro siguió siendo
utilizado para la facultad de letras y el celeste para ciencias, algo actualmente
vigente en su estatuto de 2008.
En
México, el Consejo Universitario de la UNAM aprobaría en 1949 el reglamento de
toga universitaria, estableciendo que el azul sería el color para la facultad
de filosofía y letras. El azul pálido sería para ciencias, ingeniería y
ciencias químicas.
Hacia
1950, a un año de las celebraciones por el cuadragésimo aniversario de la Universidad
de San Marcos, el historiador Daniel Valcárcel propondría restituir los colores
virreinales de las facultades antiguas y adaptar el resto a unos nuevos. Según
Valcárcel el azul debía restituirse a la Facultad de Letras y el azul claro,
llamado también celeste, asignarse para la de Ciencias. Su propuesta finalmente
no caló en las autoridades, tal vez porque hubiera sido interpretada como una
afirmación hispanófila contrastante a la corriente indigenista de aquella época.
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El escritor peruano Mario Vargas Llosa con las
insignias de Doctor Honoris Causa de la UNAM.
Los profesores e investigadores eméritos usan el
color de la facultad, en la borla como en la última
línea de la esclavina, con franjas azules y doradas
en el resto del traje.
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¿Color de solo una especialidad o
de toda un área de conocimiento?
El
incremento de carreras universitarias, como resultado de la fusión de
especialidades científicas, no va a cesar. Eso naturalmente dificulta la
asignación de colores nuevos a cada una sencillamente porque estos no son
infinitos. Los responsables de protocolo de España concluyeron eso y ya se han
planteado el problema semiótico: dos especialidades, muchas veces de naturaleza
diferente, no pueden compartir un solo color que se ve diferenciado solo por el
grado de tonalidad porque se destruye el símbolo.
En
el III Encuentro de Responsables de Protocolo y Relaciones Institucionales de
las Universidades Españolas se propuso una solución: Los colores académicos
deben hacer referencia a grandes campos del saber y no atomizarse en las
titulaciones. Esa propuesta resultó complicada de implementar en España por lo
arraigado de las costumbres e individualidades que hay entre las universidades,
pero que a contraparte en Perú resultaría ser un buen cheque en blanco.
La tuna como impulsora de las
costumbres académicas
Desde
hace años las tunas peruanas han ayudado a crear conciencia sobre las antiguas
tradiciones universitarias. Casi como haciendo música de oído, los colores académicos
revivieron con las becas y banderas de las tunas de diferentes facultades
aunque, con la salvedad de los clásicos para derecho y medicina, los demás
colores se asumieron por mera especulación o por imitación a lo que algunas
tunas españolas acostumbraban. Si la tuna basa parte de sus estampas
costumbristas en el “pícaro estudiante antiguo”, se generará naturalmente una
necesidad de conocimiento en la juventud cultora sobre su propio pasado,
justificando su identidad presente como “tunos peruanos” y negando cualquier
percepción como “peruanos que imitan a la tuna española”. El aspecto positivo
es evidente pues hay mayor conciencia sobre una herencia hispana por décadas reducida
a su mínima expresión en mucha de la historiografía nacional.
Para
Jerónimo Hernández, Jefe de Protocolo de la Universidad de Salamanca, este dato
sobre el fenómeno de las tunas peruanas le parece interesante por curioso,
aunque al planteársele la pregunta que origina el título de este artículo respondió
categóricamente: el color al que debe uno resumirse tiene que ser el primigenio
en el Perú, sin necesariamente seguir todo lo hecho en España durante las
reformas isabelinas. Rescatando la opinión de Daniel Valcárcel, es obvio que mantener
los colores del siglo XIX peruano tampoco sería apropiado pues surgieron como
una asignación antojada, obviando el cuidado simbolismo humanista que
caracterizó a los clásicos por más de 300 años.
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Algunas tunas de la Universidad San Martín
de Porres (de arriba hacia abajo): Derecho,
Medicina y Contabilidad cada una con su
color distintivo.
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¿Qué hacer entonces?: La propuesta
de las tunas en la Universidad San Martín de Porres
Para
el Perú lo pertinente sería asignar colores por campos académicos, respetando
los colores virreinales. El color que correspondería entonces tanto a
humanidades como a las ciencias sociales en el Perú sería el azul, por ser el
color original de la antigua facultad de artes. No obstante, el derecho puede
ser clasificado como parte de las ciencias sociales o de las humanidades, según
opinión debatible, pero mantendría su característico color rojo en razón a la
coherencia histórica. Es necesario apuntar que en el siglo XIX el verde se
asignó a la facultad de jurisprudencia y el rojo a la de ciencias políticas, que
luego derivó en la de economía, orden que se mantuvo hasta el siglo XX en San
Marcos. Como se propone restituir los colores primigenios, sería razonable que las
ciencias económicas asuman el naranja pues estos estudios derivan, tanto en España
como en Perú, de las facultades de derecho.
Dentro
de la USMP ya existen las tunas de derecho, contabilidad, administración y medicina,
cada una con el color característico a su especialidad, exceptuando a la
universitaria que ostenta colores propios. Estos colores académicos han sido
implantados por costumbre y son reconocidos como un elemento que es parte de la
identidad de estos grupos por las autoridades, aunque las facultades no los
hayan asumido por falta de una propuesta formal y sustentada, haciendo el
reconocimiento uno limitado y extraoficial. Es por eso que la Tuna de
Comunicaciones, Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres
ha tomado la iniciativa de seguir creando conciencia en la comunidad académica
sobre estas tradiciones y asumir como propio el color de las humanidades en sus
insignias y banderas: el azul.